miércoles, 28 de abril de 2010

Negocio propio...

Mucha gente que cuenta con un negocio propio no me dejara mentir, se trabaja muchooooo mas cuando el negocio es propio como cuando se trabaja para otra persona.
El inicio de todo negocio es la base del todo, es cuando se tiene que dar el 200% de nuestras ganas de salir adelante los familiares, pareja y amigos tendrán que tener un poco de paciencia pues lo miraran desaparecer de su vida habitual, noches en vela por cuestiones laborales, problemas que resolver, discusiones por proveedores, negociaciones, ver cómo hacer para que el cliente se vaya contento y regrese con nuestra compañía, realizar y visionar campañas publicitarias, papeleos, errores y correcciones, proyecciones de futuro, vigilancia de tiburones (que siempre rondan), gestión del equipo humano... un sin un sinfín tareas que por lo regular al inicio siempre son realizadas por una sola persona, el responsable y cabeza de la empresa.
Para poder realizar todas estas tareas sin bajar baterías y entusiasmo hay que tener mucha ilusión, pasión, ganas de hacer las cosas, de ser el mejor.


Tener la convicción de que lo que uno hace es importante, con futuro, con influencia en el entorno. Estar convencido de que la aventura será un éxito personal y profesional.
Con el pasar del tiempo se dará cuenta que todo marcha según el plan, hay clientes, la caja se mueve, pero siempre hay que pensar en ajustes, campañas de comunicación, implementar alguna reseña en algún medio local impreso como un periódico o semanario, donde le grites a la comunidad “aquí está mi empresa, es exitosa y sigue adelante’’ atraerá más clientes, mejoraran sus servicios y experiencia en el mismo. Inicia a pensar en renegociación con los proveedores, actualización de algún equipo y mejorar la apariencia de local o edificio donde se labore.


Tras muchos esfuerzos, la cosa va bien. Hay clientes, la caja se mueve, y todo va más o menos según el plan. Hay que hacer algún ajuste, pero no aparecen grandes problemas. La pequeña campaña de comunicación parece que ha funcionado, e incluso sale alguna reseña sobre el negocio en la prensa. Vienen más clientes, y la facturación aumenta. Ahora es posible alguna renegociación con proveedores, que permitirá mejorar algún margen o precio. También es posible modernizar algún equipamiento, o redecorar el local.

Sin embargo las malas etapas también existirán; baja en facturación, bajas en entradas de clientes, pocas ventas de servicios o productos, resultara difícil compensar la baja entrada de dinero de la empresa con la reducción de gastos, las ofertas, promociones ayudaran a combatir esa etapa no deseada, es aquí donde esos detalles sin resolver debajo de el tapete inician a dar grandes dolores de cabeza. En esta etapa hay que redoblar esfuerzos y no dejar caer los sueños solo porque el viento esta en nuestra contra, lo ideal es estar en este lugar con un colchón que amortigüe esta etapa pero no en todo negocio es posible esto, aquí se aplica la frase “empresa precavida vale por dos” nunca hay que estar confiado los mercados y los clientes cambian. Pero OJO una empresa está para ganar dinero, no para perderlo indefinidamente. Es posible que haya cambiado el mercado, o los gustos de los clientes, o la legislación, o la tecnología, o que haya otras alternativas de consumo, o un poco de todo a la vez. Es el momento de ver, fría y analíticamente, las posibilidades reales de futuro del negocio tal como está planteado ahora mismo. Si la opción de seguir como hasta ahora es inviable, quedan dos: cerrar o cambiar de negocio.

Por “cambiar de negocio” no nos referimos al dueño de un hotel que lo cierra y se dedica a la venta al por mayor de tornillería, o cualquier otra cosa que no tenga nada que ver con la actividad precedente. Por supuesto que se puede hacer, pero en este artículo vamos a hablar sobre todo de reorientación de negocio, entendida como un cambio sustancial pero no total y que persigue el reencuentro con los clientes y los beneficios.

Por experiencia como consultor de negocio especializados en empresas del sector del Ocio, el Turismo y la Restauración, podemos sugerir esta lista de puntos a valorar a la hora de considerar una reorientación del negocio.

1- ¿Yo vendo, o los clientes me compran? En otras palabras, ¿de quién parte la iniciativa de elegir mi negocio de entre los demás? Lógicamente, del cliente. Informar es necesario, pero un exceso en la otra opción se suele llamar “vender la moto”, y normalmente tiene malos resultados a medio plazo.

2- Si los clientes ya no vienen tanto a mi establecimiento, ¿dónde están? ¿Qué hacen? Una pregunta esencial, para ver si puedo volver a encontrarlos. Si la competencia se los ha llevado, ¿cómo lo ha hecho? ¿Qué he hecho yo para que se vayan?

3- He montado un restaurante-bar especializado (tapas japonesas, comida india, chocolatería, cocina gourmet o griega, por ejemplo). ¿Lo he hecho porque personalmente me gusta, o porque he detectado una tendencia de consumo en esa dirección?

4- ¿Cuánto tiempo llevo ofreciendo lo mismo? Los gustos cambian, y hay que saber reconocer estos cambios para satisfacerlos. Seguir haciendo lo mismo de siempre es muy cómodo... y arriesgado. Como dicen en la Bolsa, “rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras”. Por algo será…

5- ¿Qué me piden los clientes que yo no les esté dando? Ojo, porque aquí muchas empresas sencillamente dicen que “no lo tenemos” en vez de tomar nota de esta valiosísima información que afecta a nuestro futuro si la demanda es sufiencientemente reiterada.

6- ¿Es el momento de poner en práctica esa idea innovadora que tanto tiempo lleva dándole vueltas... y posponiéndola? Confíe en su instinto cuando se combina con la información.

7- ¿Estoy realmente preparado para dar un giro a mi oferta? O, dicho de otro modo, ¿tengo yo mismo recursos (imaginación, cierta dosis de sensata audacia, capacidad de romper esquemas y salirse de los paradigmas habituales) para diseñar, poner en práctica y comunicar los cambios a los clientes potenciales? Ya he puesto en marcha una empresa: ¿seré capaz de darle la vuelta?

8- ¿Veo razonablemente claro ese cambio de negocio, esa reorientación a un nuevo tipo de cliente? La certeza es poco habitual, de modo que habrá que hacer unas buenas y fundadas proyecciones de futuro.
Claro que todos los que empezamos una empresa estamos enamorados de ella. De sus posibilidades y de lo que hará por nosotros y por los demás. Ese motor es el que nos permite los sacrificios que no haríamos por la empresa de otros. La ilusión y las ganas de triunfar son nuestra energía para salvar todos los obstáculos que hay en el camino. Pero en estos momentos de crisis y de profundos cambios, hay que estar especialmente atento a la posición de nuestro negocio en las corrientes de consumo.

Que tanto esfuerzo no nos ciegue. Es muy posible que, con una reorientación de nuestros servicios, no solamente salvemos el negocio sino que, además, podremos seguir ganando dinero y disfrutando de nuestro trabajo.

No hay comentarios.: