viernes, 5 de marzo de 2010

una mala traducción

Circula por Internet una leyenda que dice que "la segunda bomba atómica lanzada sobre Nagasaki fue el resultado de un error de traducción, que cuando EE.UU. exigió la rendición total e incondicional de Japón después de la primera bomba en Hiroshima, el emperador dijo que sí se rendirían, pero la traducción le llegó al Sr. Truman con respuesta negativa".

Independientemente de la veracidad de esta historia, sí es cierto, sin embargo, que un error de traducción en las declaraciones del secretario de Estado de EE.UU., Donald Rumsfeld, convirtió una referencia a España como ejemplo del interés de los terroristas por atacar a los países occidentales, en una amenaza directa a nuestro país. ¡Y qué decir del "error lingüístico" que permitió hace algunos años que la Comisión Europea aprobara la patente para clonar células humanas!

Cuando algo así sucede, inmediatamente nos preguntamos ¿quién hay detrás de esa traducción y cómo es posible que un error de tal magnitud se haya producido? Luego, seguimos con nuestra vida cotidiana porque, al fin y al cabo, la responsabilidad de las relaciones diplomáticas no es nuestra, ni estamos pensando en clonar seres humanos...

Ahora bien, ¿se ha preguntado alguna vez quién hay detrás de las traducciones que encarga para sus empresas? ¿Se ha planteado cuál está siendo el efecto de la traducción de su web al inglés en el número de visitas? Es más, ¿por qué no termina de entender este fax urgente que ha mandado traducir del inglés al castellano?

El encargo de traducción
Traducir no es una tarea trivial. Se requiere una formación específica y suficiente experiencia como para enfrentarse con profesionalidad a un documento que el cliente entregue manuscrito, en una focotocopia, en un CD-Rom, en formato html, en pdf, o en una cinta de vídeo. Y sobre temas tan diversos como el márketing, la informática, la medicina, la economía, las relaciones públicas... ¿Y si quiero traducir mi base de datos de 900MB? Por supuesto, también.

La cuestión es que cuando usted realiza el encargo de traducción, básicamente le preocupan tres cosas: que no sea cara, que tenga la máxima calidad y que se la entreguen rápidamente. Conseguir las tres cosas a la vez es prácticamente imposible pero lo olvidamos cuando el tiempo apremia, es decir, casi siempre. Así, por falta de tiempo para buscar y contratar un servicio profesional, o quizá porque piense que de todos modos para traducir este correo electrónico tampoco hace falta saber mucho alemán, acaba por arriesgarse a que la bomba atómica caiga directamente en su oficina...

Consejos
• Intente, en la medida de lo posible, planificar las necesidades de traducción de su empresa.

• Negocie con una agencia de traducción, o con un traductor autónomo de demostrada experiencia, un contrato corporativo que le permita hacer encargos de traducción a la medida de su empresa (tanto para grandes volúmenes de texto, como para una carta urgente, o una traducción de fin de semana).

• Pregunte a su traductor profesional o a su agencia de confianza si utiliza alguna herramienta informática de ayuda a la traducción y para qué tipo de textos. Aproveche entonces las ventajas de rapidez y precio que estos programas le ofrecen, siempre que su texto lo permita. Si no, olvídese de la traducción automática.

• Asegúrese de que en el presupuesto de traducción se incluye la revisión y edición del texto, así como la comprobación de que el software funciona como debe (si se trata de la traducción de un programa informático) o de que el diseño original de su web se mantiene en la versión traducida.

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